Tesla: el hombre al que le robaron la luz


Es uno de los inventores más grandes de todos los tiempos, a quien cada día, al encender la luz, silenciosamente se lo recuerda.

Se trata de Nikola Tesla, uno de los inventores más peculiares de la historia, un hombre extravagante de casi 2 metros de altura, porte de cigüeña y voz aguda nacido en la medianoche del 9 al 10 de julio de 1856 en el pueblecito de Smiljan, situado en la actual Croacia y entonces perteneciente al Imperio Austro-Húngaro.

Un lugar tan recóndito que, años más tarde, su colega y rival Thomas Edison llegó a preguntarle "si había comido alguna vez carne humana", según cuenta Margaret Cheney en la biografía Tesla, el genio al que le robaron la luz.

Para este individuo singular, "el progreso del hombre depende vitalmente de la invención. Es el producto más importante de su cerebro creativo".

Así lo dice en su autobiografía Mis inventos, publicada en español dentro del volumen Yo y la energía.

Tesla era un enamorado de la electricidad y el magnetismo, y dedicó su vida a crear innovaciones en esos campos. La comunidad científica reconoció sus aportaciones al bautizar la unidad de intensidad de campo magnético con su apellido.

En cuestión de minutos, Tesla era capaz de visualizar los objetos para sus invenciones. Sus métodos de trabajo no eran muy ortodoxos al compararlos con los de otros inventores, ya que él raramente, utilizaba sketches o planos, valiéndose únicamente del poder de su imaginación.

Desde niño, experimentó ráfagas de luz, las cuales eran precedidas por inspiración o por la solución a algún problema. Para muchos, estas experiencias entran al reino de lo espiritual, pero para Tesla como todo buen científico, las veía como algo nacido del proceso del pensamiento.

Además de su rivalidad con Thomas Edison, quien llegó incluso a intentar desacreditar el trabajo de Tesla, diciendo que la corriente AC (corriente alterna) era muy peligrosa, utilizando como base a la silla eléctrica. Pero al final, Tesla ganaría esta batalla.

Sin embargo, Tesla también condujo un trabajo revolucionario en los campos de la luz eléctrica, motores, radio, rayos x, controles remotos, radares, comunicación inalámbrica y robótica, además de crear las famosas Bobina de Tesla.

Esto no es nada difícil de imaginar, por lo general muchas de las mentes brillantes, siempre sufren de algún tipo de desorden compulsivo. Mismo que los lleva a crear y dedicarse de manera específica a lo que hacían.

Tesla no era extraño a estos padecimientos. Sin embargo, estos detalles le ganaron una imagen impecable. Se decía que solo dormía dos horas al día, además de tener una ética de trabajo y puntualidad formidables.

Desde niño, desarrolló una fobia hacia los gérmenes, llevando siempre consigo hasta 18 pañuelos. Se encontraba obsesionado con el número tres, lo que lo llevaba a hacer varios rituales relacionados a este número.

Entre otras cosas, también fue el creador del oscilador electromagnético, un generador eléctrico impulsado por vapor, el cual no pudo hacer competencia contra las turbinas de vapor. Claro está, que esto no detuvo sus experimentaciones, de las cuales nació una pequeña historia que gustaba de contarle a sus amistades.

Según él, un día mientras se encontraba trabajando en su laboratorio en el #46 de la calle East Houston, en Manhattan, generó vibraciones tan fuertes que resonaron con varios edificios cercanos, sacudiendo la tierra. Esto lo llevó a temer por su vida, destruyendo inmediatamente el peligroso aparato.

Tesla se mudó a Colorado en 1899 en orden de tomar ventaja del gran espacio disponible para sus experimentos y el suministro gratuito de corriente AC, que le fue ofrecido por la compañía El Paso Power Company. Luego inició sus experimentos con una torre de 80 pies de altura, un mástil de metal de 142 pies y una enorme Bobina de Tesla.

Más allá de todos sus inventos, el sueño de Tesla era el de iluminar toda la tierra, eliminando a la oscuridad y trayendo una nueva era de luz a la humanidad. Él teorizaba que los gases en la atmósfera superior de la tierra, eran capaces de transmitir corrientes eléctricas, y con la transmisión apropiada de tales corrientes, se podía crear una luz terrestre. Pero como varias de las metas de Tesla, esta nunca vería la luz del día.
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