Si existe la transexualidad, ¿por qué no podríamos también "mudarnos de raza"?


Probablemente nunca te lo habías planteado, pero ya es hora de empezar a hablar de la transrracialidad

El 11 de junio de 2015 se supo la historia de Rachel Dolezal, la presidenta de la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color. Aunque se identificaba como negra, Dolezal no tenía ascendencia afroamericana. La historia provocó cientos de comentarios acerca de su autenticidad, sus privilegios de mujer blanca y la apropiación cultural, y fueron muchos los que condenaron y ridiculizaron a Dolezal por lo que, para ellos, era un fraude de identidad.
Solo diez días después de que la historia de Dolezal saliera a la luz, la portada de la edición americana deVanity Fair mostraba a una mujer radiante y encorsetada en blanco. Era Caitlyn Jenner narrando casi en directo su transición a mujer. Entrevistas, apariciones públicas, portadas en los medios... Caitlyn se convirtió en la persona transgénero más famosa del mundo. Todos aplaudían su valor y apoyaban su identificación como mujer. Incluso el presidente Obama felicitó a Jenner vía Twitter. La locura.
Dos mujeres, dos transiciones y dos reacciones completamente antagónicas. Esto es lo que nos dejó la primera mitad de junio del año pasado. Ahora el profesor de la Universidad de California, Rogers Brubaker, recoge estas dos historias, las contrapone y construye con ellas una reflexión sobre el sexo, el género y la raza en nuestros días.
En su ensayo Trans: Gender and Race in an Age of Unsettled Identities, el investigador Rogers Brubaker se centra en cómo se puede comparar el género y la raza a través de una mirada trans
Pese a que habitualmente el término “trans” se utilice casi exclusivamente para referirse al género, también le permite a Brubaker hablar de cómo otras identidades pueden o no ser pensadas más allá de los cuerpos físicos de las personas. En concreto, en su ensayo Trans: Gender and Race in an Age of Unsettled Identitiesel investigador se centra en cómo se puede comparar el género y la raza a través de una mirada trans.
“Si Caitlyn Jenner podría legítimamente identificarse y ser aceptada como mujer, ¿podría Rachel Dolezal legítimamente identificarse y ser aceptada como negra? ¿Si Jenner podía ser reconocida como transgénero, podría Dolezal ser reconocida como transracial?”, se pregunta Brubaker en su libro.
Para Brubaker, las identidades transgénero han conseguido moverse de la periferia al centro de los debates a gran velocidad. Además, las fronteras étnico-raciales se han desdibujado. Y lo más curioso de todo: pese a que el sexo ha tenido una base biológica mucho más profunda que la raza, elegir o cambiar de género ha sido ampliamente más aceptado que cambiar de raza. Cambiar de género es un acto al fin y al cabo individual, mientras que en el caso de la raza siguen pesando los ancestros, los antepasados.
“¿Si Caitlyn Jenner podría legítimamente identificarse y ser aceptada como mujer, podría Rachel Dolezal legítimamente identificarse y ser aceptada como negra? ¿Si Jenner podía ser reconocida como transgénero, podría Dolezal ser reconocida como transracial?”
Muchos pueden ver la comparación entre transgénero y transracial como una provocación, pero para su autor se trata simplemente de una “oportunidad intelectual”. Sin embargo, enfrentar estos dos conflictos de identidad en un libro permite que la fluidez de género y raza, un tema ampliamente debatido por los académicos, nos llegue de manera más clara a todo el mundo. Y nos muestra cómo el género y la raza, entendidos tradicionalmente como algo estable, permanente e innato, ha conseguido librarse de esa inmovilidad en las últimas décadas.
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