Cientos de ballenas mueren en un encallamiento masivo en Nueva Zelanda


"Es una de las cosas más tristes que he visto en la vida, tantas criaturas sensibles sin vida en la playa"

Desde 1840, más de 5.000 ballenas y delfines han quedado encallados en las playas de Nueva Zelanda. Los motivos que llevan a los animales a nadar hacia su propia muerte son todavía inciertos, pero todo apunta a que se trata de una combinación de factores, como errores de navegación al buscar comida o acercarse en exceso a la costa tratando de evitar depredadores como las orcas.
Aunque generalmente estos encallamientos suelen involucrar solo a una o dos ballenas, casi siempre viejas, enfermas o heridas, ocasionalmente son manadas enteras las que acaban por perder el rumbo y morir atrapadas en la arena.
Este ha sido el caso para casi 300 de las ballenas que han aparecido varadas esta mañana en Farewell Spit, en la Bahía Dorada de la Isla Sur de Nueva Zelanda. Junto a ellas, más de 100 luchan por sobrevivir con la ayuda de cerca de 500 voluntarios.
Para cuando el Departamento de Conservación pudo intervenir en la catástrofe, el 70% de las 416 ballenas piloto ya habían fallecido.
Peter Wiles, uno de los primeros voluntarios en llegar, explicó a Fairfax New Zealand, las barrigas blancas de los cadáveres de las ballenas yacían boca arriba sobre la arena y flotando en la orilla. "Es una de las cosas más tristes que he visto en la vida, tantas criaturas sintientes sin vida en la playa".
Según avanzaba la mañana, se envió una petición a los locales para que dejasen el trabajo y la escuela y se dirigieran a la remota playa para tratar de salvar a las ballenas, trayendo consigo toallas, cubos y sábanas para mantenerlas frescas, calmadas y húmedas.

A las diez y media ya habían conseguido devolver al mar a las 100 supervivientes, pero al caer la tarde, 90 de ellas volvieron a encallarse. Según Andrew Lamason, responsable del Departamento de Conservación de la zona, es habitual que en los casos de encallamientos masivos las ballenas vuelvan a la orilla y se vean de nuevo atrapadas, ya que son animales sociales y quieren mantenerse junto a su manada. Aunque, en estos momentos, la mayoría de sus miembros hayan fallecido. Ahora los 500 voluntarios están tratando de mantenerlas con vida hasta que vuelva a subir la marea.
Lamason dijo también que, a pesar de que los encallamientos de ballenas son un suceso común en la Bahía Dorada, son situaciones emocionalmente muy complicadas de digerir, por lo que recomienda que nadie que no esté preparado para lidiar con el trauma se mantenga al margen de las tareas de rescate.
La playa está todavía cubierta con los cuerpos de casi 300 ballenas piloto que murieron a lo largo de la noche. Aunque el plan es devolverlas al mar para que sigan su proceso natural, de momento los rescatadores "están concentrándose solo en las vivas", aclaró Lamason.
Este ha sido el tercer mayor encallamiento de ballenas del que se tiene constancia en la historia de Nueva Zelanda, solo superado por el que tuvo lugar en las Islas Chatham en 1918, en el que murieron 1000 ballenas, y otro de 1985 en la costa de Auckland, en el que perdieron la vida 450 ejemplares.
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