En la nueva sede de Apple todo está inspirado en el iPhone, incluso los lavabos


Antes de morir, a Steve Jobs le quedaba un sueño por cumplir. Después de reinventar el mercado tecnológico gracias a sus Macs y iPhones, tenía el objetivo de convertir la sede central de Apple en su mayor obra.

En 2011, antes del fallecimiento de Jobs, Apple anunció una gran mudanza de su cede central, que pasaría a estar en Cupertino (California). Allí comenzaron a construir un inmenso edificio circular que, después de seis años, por fin se ha terminado.

Aunque en un principio estaba pensado para ser inaugurado en 2015, el complejo desarrollo de la construcción ha retrasado su inauguración un par de años. En algún momento de 2017, más de 14.000 empleados se mudarán a un lugar que encaja mucho más con las características de la empresa.



Rodeado de un tranquilo vecindario de hogares unifamiliares y de extensos terrenos despoblados, Campus Apple 2 –como ya le llaman extraoficialmente– se erige majestuoso con su forma de OVNI y sus más de 260.000 metros cuadrados. No para menos, para su construcción han trabajado más de 13.000 empleados y se han invertido 5.000 millones de dólares.

Diseñado por el arquitecto German de la Torre, todo en el edificio bebe directamente de los productos de Apple. No hay ni un solo cable sobresaliendo de las paredes ni un color que desentone con su armonía característica. De hecho, lo han vendido como si fuera un producto más de la empresa:

“Del mismo modo que un iPhone llega en una caja blanca y limpia, libre de huellas dactilares y polvo, el edificio está totalmente pulido”, explica la periodista de Reuters Julia Love.

De La Torre explicó a Reuters que el lenguaje del diseño de la compañía está presente en todos los aspectos del edificios. Algunos trabajadores de la empresa, dice, han señalado que incluso el ascensor y el lavabo parecen estar inspirados por el iPhone.




Los trabajadores tuvieron que usar guantes para asegurarse de que no dejaban ninguna huella en los materiales con los que trabajaban. “Es como una pintura que no deseas tocar. Definitivamente es digno de admirar… si te dejan entrar a verlo”, comenta el diseñador de Apple Brett Davis.

Todo está calculado al milímetro. Necesitaron meses de debate para ver qué pomos ponían a las puertas, ya que desentonaban de la armonía del edificio. También fue un quebradero de cabeza para los constructores, que tuvieron que aguantar peticiones como la de poner puertas sin umbrales. E incluso lleva consigo el récord de integrar el vidrio curvado más grande del mundo, de seis kilómetros.

Entre tanto detalle, parece que no ha quedado hueco para la comodidad. Si estás en un extremo del edificio y tienes que ir al otro, el camino más rápido es cruzando el enorme jardín interior que tiene. Sin embargo, no parece importarles demasiado. Campus Apple 2 es un majestuoso homenaje a la empresa y a su fundador, y eso es lo único que importa.


Así es la nueve sede de Apple
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