12 cosas a tener en cuenta para que tu Perro te haga caso



"El encantador de perros ha hecho mucho daño". Hablamos con David, un adiestrador que cree que en una forma diferente de educar.



Esta cosa guapa que veis en la foto es Gilda, mi perra, mi gran compañera de fechorías, y la culpable de que hace un par de semanas casi me diera un infarto.

l día empezó como siempre: Me atavié con el uniforme invernal de dueños de perros (abrigo por encima del pijama), le puse a Gilda su uniforme de perrito de rescate (que no es más que un arnés rojo con el que me he montado la película de que parece un perro rescatador) y salimos juntas a la calle.

Después de soltarla, pasaron unos pocos minutos sin verla y me empecé a preocupar. La llamé una vez, dos, ocho, quince veces, pero Gilda no venía.



Se había escapado a tomar por el culo, a una casucha en ruinas donde la tarde anterior había fichado algo interesante que comer. Ella se estaba poniendo fina zampando ve-te-a-sa-ber-qué y yo con una crisis de ansiedad de aquí a Pequín. La pillé por banda, le eché una bronca de tres pares de cojones y le puse la correa.

Y así, mientras amanecía y mi perra y yo volvíamos a casa mirándonos de reojo como una pareja de novios que acaban de discutir en una discoteca, me hice la gran pregunta que todos los que tenemos perro nos hemos hecho más de una vez y más de dos...

¿Por qué mi perro no me hace ni puñetero caso?

Fue entonces cuando contacté con David, un adiestrador canino que me hizo ver que hay muchas cosas que hacemos mal con nuestros perros sin ser conscientes de ello. Porque, tened algo claro, cuando nuestro perro no nos hace caso, en el 99,99% de las ocasiones es porque nosotros la estamos cagando.

David siempre ha sido un amante de los perros. Como la mayoría de nosotros, no se había interesado mucho por el tema del adiestramiento canino hasta que vio a Cesar Millán por la tele: "Joder, yo quiero hacer lo que hace ese tío". David empezó a formarse, primero por su cuenta, y luego de forma oficial. Fue estudiando que se dio cuenta de que las técnicas que aplica ' El Encantador de Perros' son muy efectivas para un espectáculo televisivo, pero totalmente contraproducentes en la vida real.

Abreviando: Cesar Millán (y la mayoría de adiestradores desde que el mundo es mundo) adiestran a los perros, esencialmente, a través del miedo y el castigo basándose en una teoría (la del líder de la manada) que ya ha sido refutada infinidad de veces.



David cree en educar en positivo, premiando siempre los progresos del animal y tratando de fortalecer una relación basada en la confianza, no en la sumisión.

Esto no quiere decir que el perro no vaya a recibir castigos, sino que estos castigos nunca consistirán en hacerle daño físicamente (pegarle, darle tirones con la correa, usar collares de castigo...) ni psicológicamente (someterlo tumbándolo boca arriba, chillarle, encerrarle...). Los castigos, en este caso, consistirán en retirarle al perro algo que le gusta hasta que cambie su actitud. Por ejemplo: nuestra atención si está demasiado excitado.

Hablando con él me di cuenta de que, aunque siempre me he esforzado mucho en enseñar a mi perra, hay muchísimas cosas que he planteado siempre mal de base. Aquí os dejo una serie de motivos por los que nuestros perros no nos hacen ni caso, y algunas ideas para darle la vuelta a la tortilla.

1) Tienes que conseguir molar más

He aquí el gran drama: para que tu perro te haga caso tienes que resultarle más interesante que su entorno. Y esto es complicado porque, cada vez que salís, a su alrededor tiene MIL cosas que captan su atención. Ponte, por un segundo, en la piel del pobre bichín: se pasa solo un montón de horas así que, cuando pone un pie en la calle, le estalla la cabeza a base de estímulos.

Para conseguir que tú seas el centro de atención, tienes que currártelo. Eso se consigue trabajando tu relación con él y ofreciéndole tiempo de calidad contigo.



2) No vale solo con pasar tiempo con él

Lo dicho: el tiempo que pases con él tiene que ser "tiempo de calidad". Piénsalo un segundo, ¿por qué coño iba a hacerte caso tu perro si la mitad del tiempo que estás con en él en el parque lo único que haces es mirar el móvil y dejarlo a su bola?. No puedes pretender ignorarlo todo el tiempo y luego, que tu voz le resulte mucho más interesante que oler culos.

Tu perro necesita un mínimo de media hora al día en la que estés 100% para él, jugando y dándole cariño, y que cuando salgáis a pasear, de lo que estés pendiente sea de él, no del WhatsApp.

3) La opinión de tu perro importa más que la de la gente que hay por la calle

Si tu perro te hace feliz, él estará feliz. En otras palabras: si cuando hace las cosas bien se lo premias como Dios manda, tendrá muchas mas ganas de volver a hacer esas cosas que sabe que te alegran el día. Recuerda que para tu perro tu eres el puto amo, aunque a veces pase de ti.

A los perros los premiamos con comida (que casi siempre es su mayor debilidad), pero también con juguetes, caricias y de forma verbal y gestual. Esto quiere decir que cuando tu perro haga las cosas bien, tienes que montarle un fucking festival de entusiasmo:"¡MUY BIEEEEEEEEEN, BUEN CHICOOOOO!". ¿Que un grupo de adolescentes se ríe de ti por esta exaltación de la alegría levemente sobreactuada? Pues que les zurzan, lo que piensen esos chavales da igual. Si pudiera hablar, tu perro les explicaría que eres el mejor, y su opinión es la que cuenta.

4) Primero en casa

Antes de intentar que tu perro sea una máquina de la obediencia, empieza practicando en casa todo lo que le tienes que enseñar: que venga, que esté quieto, que se siente... cuando tengas el percal controlado en el salón, ya puedes intentarlo fuera.

5) No te quedes con que ha llegado tarde... quédate con que ha venido

Cagada clásica donde las haya: llamas a tu perro, él no viene porque se lo está pasando muy guay haciendo lo que sea. Después de media hora pidiéndole que venga, te carcome una mala hostia que hace que, cuando al fin llega, le montes una bronca del 15. ¿Conclusión de tu perro? Si cuando voy me van a tratar así ¿Por qué carajo voy a ir? Cuando venga, felicítalo siempre, aunque tenga el morro marrón de haber estado media hora comiéndose una caca detrás de un seto el muy cabrón.

6) Las normas siempre tienen que ser las mismas

Si a ti, que entiendes perfectamente el castellano, te cuesta entender cosas como que te dejen beber en la terraza, pero no te dejen sacarte la copa en la puerta del bar, imagínate lo loco que puede volverse tu perro cuando le cambias las normas día sí día también. No vale decir "ay, hoy que lo acabamos de bañar y que está tan limpito que se suba con nosotros al sofá", porque pasado mañana, cuando venga del monte con un rebozado de barro, se va a subir igual. Lo mismo con el tema de la comida: si no quieres que os dé la brasa mientras coméis, no puedes darle un par de trozos de pan "porque un día es un día".

Tu perro no puede entender por qué a veces sí y otras no, así que aclárate tú antes de marearle a él.



7) Si no das bien las órdenes es normal que no te haga caso

Si cuando le das una orden a tu perro empiezas a ponerte nervioso y a repetirla como un loco porque ves que no responde, le estás quitando el significado a la palabra. Como explica David, "si empezamos a repetir la orden compulsivamente al final perderá su significado, de un '¡Sit!' acabaremos haciendo un "¡Sit! ¡SIT! ¡¡SIT!! ¡¡¡SIIIT!!!, ¡QUE TE SIENTES!' Es mejor dejar unos cuantos segundos de margen y asegurarnos de enseñarle bien el ejercicio". Y si vemos que le está costando, no pasa nada, tranquilidad y vuelta a empezar desde el principio.

8) En general, tirarle del collar es bastante mala idea

Si cada vez que vas por la calle y os cruzáis con un niño le pegas un tirón para evitar que se acerque a él, el animal relacionará al niño con un estímulo negativo o como una amenaza, y lo mismo pasa con otros perros. ¿Cuántas veces has visto a alguien que va con su perrete y, en cuanto ve a otro acercarse tira de la correa como si no hubiese mañana? ¿Y qué pasa el 90% de las veces? Efectivamente, que el perro se pone en plan psycho killer porque el dueño le está transmitiendo que tiene motivos para hacerlo.



9) Las cosas que no se hacen a tiempo tienen mal arreglo

Entre el mes y medio y los cuatro meses, los perros están en lo que se llama "la ventana de socialización": el periodo en el que tenemos que ponerlos de lleno en contacto con otros perros y personas y exponerlos a diferentes entornos. Eso sí, con calma, el perro en ese momento es "como una esponja", así que tampoco te pases de listo y lo metas en un macrofestival a las 4 de la mañana para que le pierda el miedo a los ruidos, porque lo traumatizarás forever.

Si un perro no socializa en esta época le costará mucho más hacerlo bien cuando sea adulto, así que ese miedo que mucha gente tiene de que "los perros grandes le hagan algo a su cachorro" y por el que no deja a su perrito relacionarse, puede pasarle factura toda la vida.

10) ¿Perro cansado = perro bueno?

Siempre se ha dicho que un perro cansado es un perro bueno. Pégale un buen tute a correr en el monte y, cuando lleguéis a casa, se echará a sobar y no se moverá de su camita en horas. Pero, como me explicó David, nunca solemos tener en mente que los perros necesitan darle al coco y no solo a las patejas. Échales un ojo al tipo de juegos que puedes hacer con él para que se canse también mentalmente y que, además, os vendrán de puta madre para reforzar vuestra relación.

11) Entiende que tu perro no hace cosas por putearte

¿Cuántas veces has escuchado a alguien decir "bua, es que mi perro es un cabrón, cuando lo dejo solo se mea/rompe cosas/ whatever? La gente lee los comportamientos de su perro con un criterio humano y les encarama actitudes de mala hostia y venganza cuando son conceptos que ni existen en la cabeza de nuestros bichines.

Si tu perro tiene tendencia a liarla parda cuando sales de casa, infórmate sobre lo que es la ansiedad por separación y cómo puedes atajarla.

12) Santa paciencia

De alguna forma, tu eres el padre de tu perro, y ser padre no es fácil. Si te pasas de enrollado y el animal no tiene normas, fail, si te pasas de autoritario y el bicho vive acojonado, fail también.

El otro día con David aprendí que prácticamente todo lo que nos han enseñado sobre adiestramiento canino parte de unas ideas anticuadas que se materializan en prácticas que nos hacen sentirnos mal a nosotros y a nuestros canes, cargándose los lazos de confianza entre ambos.
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