Por lo general se deja caer a los acusados colgados de una soga, el cuello se desprende y la muerte es inmediata; aunque en algunos casos, al no crear la fuerza suficiente para hacerlo, la persona puede sufrir una gran cantidad de tiempo antes de morir por falta de aire. Pero más allá de estas sencillas técnicas, probablemente la forma de ejecución más brutal que se ha tratado a lo largo de la historia es la de disparo de cañón.
La muerte por disparo de cañón definitivamente es una de las más sádicas formas de matar a alguien y existen documentos que afirman que se practicaba desde el siglo XVI en el Imperio Mughal y aún se practicaba hasta el siglo pasado.
Fue una de las maneras tradicionales que usaron los colonizadores portugueses para mantener más terror y control en sus territorios controlados, como Brasil. En la mayoría de los casos, se sentenciaba a este tipo de muerte por crímenes como traición a la patria o a los rebeldes antigobierno.
Los sentenciados eran atados a la boquilla del cañón con la parte superior de la parte baja de la espalda y debido al impacto que causa en el cuerpo la bola de cañón, la cabeza se elevaba varios pies, los brazos volaban disparados hacia los lados a una distancia considerable y las piernas quedaban en el piso. No queda un rastro de la persona que en algún momento estaría parada frente al arma. Es una muerte inmediata, pero una de las más brutales y enfermas que ha practicado la humanidad a lo largo de la historia.
Actualmente, el Imperio Británico es visto como admirable, pero en algún tiempo fue el más violento e intolerante con las revueltas en sus territorios controlados como India y son el gobierno con mayor documentación de ejecuciones por disparo de cañón a partir del siglo XVIII. Fue usado como castigo para intimidar a los soldados nativos que siguieran órdenes y evitar que desertaran del ejército o comenzaran motines para liberarse del control británico.
Al menos 44 personas fueron asesinadas de esta forma entre mayo y septiembre de 1857 durante la Rebelión India y existen algunos reportes que afirman que los insurgentes sentenciaron a mujeres británicas a esta forma de ejecución.
Los casos más recientes –que llegan hasta 1930– son algunas documentaciones de Afganistan, en donde la sentencia a morir por disparo de cañón era la pena capital y al igual que el Imperio Portugués, Británico y Mughal, se usaba para generar miedo dentro de las fuerzas antigobierno y como una manera brutal de demostrar poder.
Aunque en distintas ocasiones fue prohibido, o se realizaba de forma más esporádica, fue bajo el gobierno de dos emires del país que son recordados por su abuso de autoridad y por provocar el miedo en la sociedad, que en algún punto ya veía las ejecuciones como una forma de entretenimiento.
Bajo el control del emir Tajik Habibullah Kalakani, que incluso fue conocido como el “reino de terror”, un momento de extrema violencia se apoderó del país y algunos burócratas afirmaron que el emir mandaba a ejecutar por disparo de cañón a decenas de personas sin importar si habían cometido un crimen o no.
Mujeres, niños, ancianos y hombres fueron ejecutados de esa forma o de otras. Incluso, un artículo del New York Times en 1930 aseguraba que al menos 11 personas fueron asesinadas sin juicio previo en las calles de Kabul.
No hay imágenes claras, pero teorías sugieren que se probaron diferentes posiciones por simple diversión o experimentación con este método. No ha sido prohibido per se, pero con la desaparición de los cañones en campos de batalla, la actividad parece haber desaparecido por completo (aunque aún se sospecha que en algunos países no desarrollados todavía se lleva a cabo).