“Lo siento, no existe planeta B para la humanidad”


Hablamos con Kim Stanley Robinson, el escritor de "ficción climática" que nos transporta a mundos hostiles y nos muestra cómo sería nuestro futuro si intentáramos huir de la Tierra
En la nave espacial viajan las cenizas de los que murieron, y también los vivos, los que no conocen la Tierra. Los viajes interestelares para poblar una luna habitable a 12 años luz esconden esa crueldad: los que embarcan nunca ven el destino y los que llegan fueron bebés que nacidos a bordo del transporte.
No han tenido elección. Vieron la luz en una lata gigante y nacieron enclenques, limitados, porque ese entorno no está hecho para ser aguantado por un cuerpo humano sin secuelas. Pero a pesar de que les cuesta retener información, por la noches, rodeados de artefactos tecnológicos, juegan a memorizar poemas.
Cuán feliz es el guijarro
que yace en solitario en el camino.
Nada le importan las ambiciones,
ni teme imposiciones...
Observan la Tierra en pantallas.
Saben que morirán antes de lo que les tocaría porque su esperanza de vida se acorta. Y también porque Kim Stanley Robinson, les puede dar muerte en cualquiera de sus páginas. Del aclamado escritor de ficción climática, que golpeará conciencias este sábado en el festival Kosmópolis, suele decirse que escribe una ciencia ficción   'realista'. Sus novelas versan sobre qué podría suceder dentro de trecientos o cuatrocientos años basándose en conocimientos científicos actuales.
En Aurora, el viaje busca llevar la humanidad a otro sistema solar tras desarrollar la tecnología necesaria. En New York 2140nadie se marcha del planeta pero el agua ha sumergido casi toda la ciudad de los rascacielos y el deshielo de los polos han hecho que sus avenidas parezcan los canales de Venecia.
Y con tal de que que Stanley Robinson nos teletransporte a esos mundos hostiles y al núcleo de una Tierra agonizante, hemos hablado con él sobre el que se juzga su mejor libro:
¿El hogar de las próximas generaciones está en otros planetas?
No, la Tierra es el único hogar posible para la humanidad. En nuestro caso, no existe un «planeta B». La emergencia ecológica que vivimos se agravará en los dos próximos siglos y terraformar Marte (nuestra mejor opción para vivir en otro planeta) podría llevarnos diez mil años. El problema es evidente.
¿Cuánto tiempo le queda a la vida en la Tierra?
La vida existirá en la Tierra tanto como exista la propia Tierra. No se puede erradicar. Pero la humanidad no es tan resistente como la vida. Es solo una especie y las especies se extinguen constantemente. Dicho esto, con un poco de cuidado, podríamos durar mucho tiempo.
En Aurora los personajes se dirigen al sistema solar Tau Ceti, para lo que son necesarios 170 años. El libro habla de los efectos físicos y psíquicos que van sufriendo las nuevas generaciones. ¿Cómo serán los hijos que nazcan en una nave?
Podrían ser de muchas maneras, pero, psicológicamente, me parece que verían su situación como algo natural. Es lo que hace todo el mundo, aunque en realidad estén una cárcel porque la nave es un billón de veces más pequeña que la Tierra. Puede que, al estudiar la historia, les asombrasen las decisiones de sus antepasados, o les horrorizasen. Como sucede ahora. En cuanto a su salud... podría ser muy malo.
Los efectos del espacio...
Hemos evolucionado en paralelo a la propia Tierra. Abandonarla podría ser drástico. En Aurora, el peso, la altura y la longevidad experimentan una reducción del 10% respecto a la primera generación de viajeros. Es el efecto producido por el "aislamiento".
Impacta la presión que existe a bordo sobre las mujeres, se sienten obligadas a reproducirse para que nazcan nuevas generaciones. Tras años de lucha feminista en la Tierra, ¿no habría elección en el espacio?
En una nave espacial convendría mantener una población estable, así que se presionaría a las mujeres para que tuvieran 2,2 hijos de media, que es lo que se necesita para conseguir esa estabilidad. Claro, a algunas mujeres no les gustaría porque no querrían tener hijos, mientras que otras querrían más. Sería un problema muy complicado, donde las opciones estarían muy limitadas y la gente sería infeliz con mucha frecuencia.
A bordo, todo está sometido a la ingeniería genética. Las vacas están modificadas para encogerlas al tamaño de un perro pero poseen la misma capacidad de producción. ¿Qué queda de natural en un viaje al exterior?
En situaciones artificiales, como la que se da en una nave estelar, sin ingeniería genética los procesos biológicos estarían sometidos a limitaciones que no tardarían en acortar sus ciclos. Funcionarían, pero el espacio los perturbaría y en algunos casos los conduciría a la muerte.
Curiosamente, usted no es partidario del transhumanismo...
Las máquinas son útiles, pero también destructivas y nos distraen de la realidad existencial, de la propia humanidad. Para mí, «transhumanismo» es un error, un triste sustituto de la religión, o de la parte de la religión que nos dice que la humanidad no es lo bastante buena y hay una especie de inmortalidad y felicidad esperándonos en otra parte.
Eso no es cierto; estamos solos y lo único que tenemos es la humanidad.
A las máquinas hay que juzgarlas según este principio: ¿aumentan el potencial humano o son una distracción insana que nos impide materializar todo nuestro potencial? Por eso yo prefiero escoger la mezcla de humanidad y literatura.
¿Y por eso los tripulantes se entretienen memorizando poemas, como en Fahrenheit 451?
La literatura es el medio que utilizamos para crear significado y, como el universo carece de él, adquiere importancia. Es su papel en medio de un mundo de grandes avances tecnológicos.
En Aurora dejas claro que te opones al sueño de los viajes interestelares. Están demasiado lejos, por lo que argumentas que estamos limitados a colonizar los planetas de nuestro sistema solar. El gran anuncio de la NASA, el descubrimiento de Trappist-1, ¿no va a significar nada para la humanidad?
Nada. Tau Ceti se encuentra a 12 años luz y cuenta con dos planetas similares a la Tierra en su zona habitable. Se parece mucho más a nuestro sol que Trappist-1 y es un destino mucho más viable. Y aun así... se encuentra diez mil millones de veces más lejos que la Luna, o sea, demasiado lejos.
¿Entonces qué es Trappist-1?
La novedad. Es interesante como objeto de estudio astronómico, sin duda. Pero para la humanidad no significa ninguna posibilidad. Es una estrella enana, cuyos planetas están demasiado próximos a ella y bloqueados por fuerzas de marea, lo que se traduce en que una cara permanece en la oscuridad y la otra horneada por el sol, permanentemente. Puede que albergue vida microscópica, es cierto, y sería interesante comprobar si podemos determinarlo desde tan lejos midiendo la composición de su atmósfera. Pero, en conjunto, su importancia no va más allá.
Imaginemos que aterrizamos en un planeta: ¿peor que esté despoblado o que nos encontremos con vida alienígena?
La vida alienígena, fuera cual fuese su forma, sería bastante problemática para nosotros. O sería venosa o puede que incompatible. Luego está la seguridad... Así que mejor sería llegar a una roca sin vida, con agua helada y otros elementos volátiles listos para utilizarse que encontrarse con vida alienígena.
Ahora que existe un auge de literatura de ciencia ficción, ¿es conveniente que los escritores tengan formación científica?
Yo mismo no tengo formación científica, así que no creo que sea necesaria. Puede ayudar, pero lo fundamental es la capacidad de transmitir una visión interesante del futuro.
En este sentido, ¿qué significa para nuestro futuro que el presidente de Estados Unidos sea el mayor negacionista del cambio climático?
Que hemos elegido a un idiota, lo cual es bastante alarmante. Pero el sistema es más grande que cualquier individuo, por muy presidente que sea. Más tarde o más temprano (más temprano, espero) acabará por marcharse. Incluso mientras siga en el cargo... seguirán haciéndose buenas cosas. Lo que se ve en las noticias es un culebrón para el consumo del público y es totalmente superficial. La ciencia seguirá investigación.
Ya... pero los impactos humanos sobre la Tierra brotan. Se ha afirmado que nuestro planeta ha cambiado su geología y hemos saltado a la Era del Antropoceno.
Sí, la huella de la acción humana sobre la Tierra es tan profunda que, los geólogos que estudien el planeta dentro de 50 millones de años, la verán. Estamos destruyendo los cimientos físicos de nuestra propia existencia. Ya hay cosas que en la Tierra y la biosfera no podremos deshacer.
Clama que debe haber un poscapitalismo, pero el capitalismo parece indestructible.
Tenemos que organizarnos políticamente y aumentar nuestra eficacia a la hora de manipular los sistemas políticos para hacer cosas buenas y controlar las finanzas, en lugar de estar bajo su control. Si la gente se pone en huelga, destruye el sistema financiero (que es frágil, debido a su gigantesco apalancamiento) y exige que los gobiernos nacionalicen la banca, las finanzas se convertirán en un bien público, de propiedad popular, cuyos beneficios -si los hubiera- revertirán en beneficio de la gente.
Y la alternativa al capitalismo es...
Mondragón. Lo tenéis es España. Es una ciudad que ha creado un sistema económico alternativo y funciona como una serie de cooperativas interconectadas y solidarias y los trabajadores son los propietarios. Todas las ciudades se podrían organizar así. Ahora se trata de que los jóvenes del mundo, y los no tan jóvenes, los impulsen.
Si no, nos queda el espacio
Y no parece ser la mejor opción, a menos a corto plazo.
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