El fundamentalismo religioso puede ser considerado como una enfermedad mental



Dicen que todo es dolor exagerado. En el caso del fundamentalismo religioso, esta exageración puede ser tan mala como para ser considerada una enfermedad. Esto es lo que aboga Kathleen Taylor neuróloga de la Universidad de Oxford (Inglaterra).

Según ella, la investigación desarrollada recientemente sugiere que pronto seremos capaces de tratar el fundamentalismo religioso y otras formas de creencias ideológicas potencialmente dañinas a la sociedad como una forma de enfermedad mental.

Ella hizo esta declaración durante una conferencia en el Festival Literario de Hay, que se celebró en Gales. Según ella, las ideologías muy radicalizadas pueden ser que pronto no se vean como una opción personal, hecha sobre la base del libre albedrío, sino como un trastorno mental. Kathleen también dijo que los nuevos estudios de neurociencia podrían considerarse extremistas, por ejemplo, los miembros de Hamas (Movimiento de Resistencia Islámica), como personas con enfermedad mental, en lugar de terroristas criminales.



Predecir el impacto de la sociedad, dijo la neuróloga, “Una de las sorpresas puede ser ver a la gente con ciertas creencias como personas que pueden recibir tratamiento médico a causa de esto.”
Mucho más allá de Islamismo

Para Kathleen, la etiqueta que puede ser considerada “fundamentalismo” es un tanto amplia, y puede ir más allá de lo que piensas. “Yo no estoy hablando sólo de candidatos obvios, como el islamismo radical o algunas sectas más extremas. Estoy hablando de cosas como acreditar que golpear a los niños es normal. Estas creencias son peligrosas, pero por lo general no se clasifican como enfermedad mental“, dice.
Complicaciones morales y éticas

La cuestión se complica cuando se trata de clasificar y etiquetar cosas como fundamentalismo. Después de todo, ¿que es ser “fundamentalista”? Otra dificultad es establecer una línea divisoria entre lo que puede considerarse una elección, consciente y basada en el libre albedrío, y el resultado de un lavado de cerebro, que puede ser diagnosticado como enfermedad mental.

Desde la perspectiva de la mente occidental, por ejemplo, la tendencia a equiparar el “fundamentalismo” exclusivamente con el Islam radical es muy tentador, sobre todo por el contenido de las noticias que estamos acostumbrados a leer sobre lo que sucede en el Medio Oriente.

En una escala mucho más grande, y potencialmente más fructífera, es el reconocimiento de que todo el campo de las creencias religiosas, convicciones políticas y fervor nacionalista patriótico podría considerarse no sólo como peligroso, sino como una herramienta de manipulación de masas.



“Todos cambiamos nuestras creencias. Todos nos persuadimos mutuamente para hacer ciertas cosas. Todos vimos la publicidad. Todos somos educados y tenemos experiencia con las religiones. Y el lavado de cerebro si no, es el final de la misma. Es fuerte, es coercitivo, y es como una especie de tortura psicológica“, dice Kathleen.

Y tú, ¿qué piensas de todo esto? [Digital Journal]

A continuación un video donde Kathleen habla sobre el tema (en Inglés):

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