Tiene 50 años y sigue aplicándose para agrandar su pecho y conseguir sus bíceps de más de 58 cm,
Algunas personas toman caminos alternos para lucir el físico que quieren, aunque pueda llegar a ser peligroso y poco recomendable.
Con “caminos alternos” no estamos hablando precisamente de cirugía plástica, que realizada por un profesional no tiene muchos riesgos, sino más bien de prácticas nocivas como inyectarse sustancias extrañas en el cuerpo, como es el caso del brasileño Valdir Segato.
Valdir se ha inyectado en varias ocasiones aceites en casi todos los músculos de su cuerpo para aumentar sus bíceps, más exactamente una sustancia conocida como sintol, la cual está compuesta de alcohol bencílico, lidocaína y aceite, de acuerdo con la Europe PubMed Central.
La historia de este fisiculturista dio un giro en su juventud cuando se volvió adicto a las drogas y perdió tanto peso que llegó a ser conocido como ‘perro flaco’, pero se rehabilitó y comenzó a ejercitarse y así entró al mundo del fisicoculturismo, en donde conoció por un colega el sintol.
Actualmente tiene 50 años y sigue inyectándose para agrandar su pecho y conseguir sus bíceps de más de 58 cm, pese a vivir bajo riesgo de sufrir un accidente cerebro vascular e infecciones que puedan causar la muerte del tejido.
Lo anterior según un estudio del mencionado Europe PubMed Central, que señala que inyectarse sintol puede tener inconvenientes irreversibles y visibles como: daño a los nervios, aceite embólico del pulmón, oclusión de la arteria pulmonar, infarto de miocardio, accidente cerebro vascular cerebral y complicaciones infecciosas.
Además, de acuerdo con Mail Online desde hace tres años que le fue advertido que su estilo de vida podría tener consecuencias nefastas para su salud, provocando daño a los nervios de sus extremidades, desfiguración de su cuerpo y desencadenar una amputación, pero eso no lo detiene.
Por el momento, Valdir sigue presumiendo su aspecto en sus redes sociales (donde aparece como Valdir Synthol) y afirma que aunque ya le han dicho que no se inyecte más, es su decisión seguir haciendo esta práctica. “Los médicos me dicen que lo deje (…) Pero es mi decisión usarlo porque quiero, porque me gusta”.