El trastorno bipolar, antes llamado psicosis maníaco-depresiva, es una condición que se caracteriza por involucrar un cambio abrupto dentro de los estados de ánimo de una persona, los cuales involucran sentir desde una inmensa alegría hasta la tristeza más profunda, y pueden presentar también episodios relacionados con la manía y la depresión.
Así mismo, no se han logrado establecer las causas que lo originan aunque los siguientes son factores que pueden favorecer la predisposición a padecerlo:
- Por herencia o cuestión genética.
- A causa de alteraciones en los neurotransmisores del cerebro.
- Como efecto del estrés.
- Como consecuencia de episodios que conllevan una gran carga emocional negativa, tales como una separación o divorcio, la muerte de un ser querido o un despido laboral repentino, por mencionar algunos ejemplos.

En la actualidad, aún no se ha descubierto una cura para el trastorno bipolar, por lo cual es necesario que quienes la padecen recurran a tratamientos con los que puedan controlar esta condición.
En general, estos incluyen la administración de fármacos como los estabilizantes del estado de ánimo, los antipsicóticos, los antidepresivos y los anticonvulsionantes, entre otros que pueden regularizar las reacciones químicas que tienen lugar dentro de este padecimiento.
Algunas recomendaciones generales que se les suele dar a las personas que han sido diagnosticadas con el trastorno bipolar, son las siguientes:
- Mantenerse alejados del consumo de alcohol o drogas.
- Dormir lo suficiente y hacer lo posible por evadir situaciones de estrés.
- Establecer un horario firme para las comidas y otras rutinas diarias.
- Llevar una revisión médica constante y no abandonar su tratamiento.
- Hablar con amigos y familiares, a fin de tener una red de apoyo que los respalde durante los episodios más difíciles del trastorno.
- No recurrir a la automedicación ni a tratamientos alternativos, sin previa consulta médica.