¿Quieres gustarle a alguien? El efecto Benjamín Franklin


Gustarle a alguien o lograr la aceptación, muchas veces es un deseo que todos tenemos. No todas las personas se sienten tranquilas sabiéndose con “enemigos” –ya sea en el trabajo, en los estudios, en tu entorno común– y, aunque sepamos que no somos “monedita de oro”, en determinado momento de la vida, nos interesará gustarle a esa persona que no nos soporta.
Así lo hizo Benjamín Franklin, el célebre norteamericano considerado como uno de los padres fundadores de Estados Unidos.

¿Quieres gustarle a alguien? El efecto Benjamín Franklin

¿Qué hizo Ben Franklin? Bueno, antes debemos ponerte en contexto. Resulta que este inventor autodidacta, fundador del club intelectual librepensador “Junto”, impresor de cierta importancia, copartícipe en la fundación de la primera biblioteca pública de Filadelfia y de la Universidad de Pensilvania y colaborador de las causas liberales, masón por más señas, decidió meterse en política, y en 1736 fue elegido miembro de la Asamblea General de Filadelfia.
¿Quieres gustarle a alguien? El efecto Benjamín Franklin
Sus numerosos logros y su infatigable inteligencia, que lo llevaron a luchar por la independencia de EE.UU., le canjearon también envidias, adversarios y enemigos, que no tardaron en manifestarse. Y así fue cómo un asambleísta, intelectual rico e influyente, comenzó una campaña de descrédito a su segunda elección en la Asamblea General.
Franklin, preocupado por esta oposición de la que estaba seguro le acarrearía serios inconvenientes, decidió ganarse al intelectual; y se le ocurrió algo que cambiaría drásticamente la relación. Sabiendo que era un reconocido coleccionista de libros, le mandó una carta en donde le pedía prestado “un volumen escaso y curioso”, un favor del que Franklin le estaría muy agradecido.
El opositor, halagado, le envió el ejemplar –que nuestro inventor devolvió a la semana siguiente–, y no sólo eso, sino que cuando se encontraron en la Asamblea lo saludó por primera vez, y desde allí fueron amigos, muy amigos, hasta que murió. Ben Franklin se ganó a su enemigo. Pero ¿cómo?
La psicología nos explica este comportamiento con el fenómeno de la disonancia cognitiva, que se refiere a la desarmonía interna que se produce dentro de una persona, cuando dos pensamientos o emociones entran en conflicto.
¿Quieres gustarle a alguien? El efecto Benjamín Franklin
Por ejemplo, en el caso de Franklin, que decidió gustarle a alguien, el opositor se sintió en contradicción entre su animadversión hacia Franklin y el agrado que le produjo la solicitud del favor. En su mente y en su ánimo tuvo que generar otros valores para aceptar la nueva situación, para no sufrir la incomodidad de actuar en contra de lo que pensaba.
Ése es el efecto Benjamín Franklin, cuando para gustarle a alguien pedimos que nos haga un favor.
La cosa, claro está, no es tan sencilla. Resolver ese conflicto emocional requiere de justificaciones, para que nuestros actos, nuestros sentimientos y nuestras creencias sean coherentes. Cuando le hacemos un favor a alguien que no nos agrada, internamente se nos crea una contradicción, y la mente lo que hace es eliminarla y hacernos sentir que no nos desagrada tanto.
Este tipo de comportamiento, la disonancia cognitiva, se puede observar a todo nivel y en cualquier ámbito, cuando las circunstancias nos obligan a actuar de forma incorrecta para nuestros estándares (por ejemplo, en guerras, en situaciones sociales conflictivas, etc.); para reducir el malestar emocional, tendemos a justificar las acciones con conceptos como defensa de la patria, defensa de la religión, y similares.
En la práctica del couching ejecutivo y organizacional, es un tema profundamente estudiado y ampliamente recomendado para el éxito de las relaciones interpersonales. Así que ya sabes, si quieres gustarle a alguien pídele un favor.
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