
Es posible que muchos de nuestros lectores recuerden el terrible desastre acontecido en octubre de 1985, en Mameyes, un sector del poblado urbano de la ciudad de Ponce, en Puerto Rico.
Las constantes lluvias que se vivieron durante varios días a causa de la tormenta Isabel, dieron paso a una de las tragedias más conocidas de esta región. El monte se deslizó llevándose todas las casas, y con ellas, las vidas de cerca de más de 100 personas, quedando la mayoría de ellas sepultadas para siempre ante la dificultad de recuperar los cuerpos.
Hace ya 30 años del desastre de Mameyes, y algo que mucha gente no sabe sobre aquellos días, es que una serie de niños con edades comprendidas entre los 3 y los 5 años,plasmaron en sus dibujos lo que iba a ocurrir.
Los dibujos se realizaron un 4 de octubre. La montaña se deslizó el 7 de octubre.
Te damos toda la información en el siguiente artículo.
Unos dibujos demasiado lúgubres…
La oscuridad se cernió sobre Mameyes en forma de lengua oscura, de un mar de tierra y escombro letal que rompió el silencio de la noche, justo en la hora de las brujas. Las 03.30.
Estados Unidos, México, Francia y Venezuela desplegaron de inmediato todos los medios para rescatar a todas las personas posibles, pero el trabajo fue casi imposible dada la magnitud del desastre.

Porque la fatalidad llega cuando menos se la espera, de forma cruel y sigilosa. Ahora bien, no se sabe muy bien cómo, pero a lo largo de la historia suelen darse estas extrañas coincidencias. Seguro que recuerdas nuestro artículo sobre los niños de Aberfan, y de cómo días antes del desastre de 1966 en este pequeño pueblo escocés, una serie de niños empezaron a soñar cómo “una lengua oscura de tierra”, los sepultaba en su colegio. Y así ocurrió.
Fue un desastre de semejantes características al acaecido en Puerto Rico.
No obstante, pongamos nuestra máquina del tiempo en el momento preciso y viajemos a un 4 de octubre de 1985, en Mameyes. Estamos en un colegio humilde donde niños muy pequeños de entre 3 y 5 años celebran un cumpleaños con sus profesoras. Están rodeados de un ambiente cómodo y distendido, así que las maestras les invitan a hacer un dibujo para después, colgarlo en clase.

Los niños así lo hacen, con tranquilidad y entre risas. Las maestras apenas le prestan atención a los dibujos. Los cuelgan y vuelven a sus rutinas. Pero nadie sabe qué sombras o qué luces va a traer el día de mañana, y 3 días después, el poblado de Mameyes apenas existe ya.
No obstante aquella pequeña escuela del extrarradio quedó en pie, y unas semanas después, cuando se reanudaron las clases, muchos de los niños y maestras de aquel aula, ya no estaban. Habían fallecido en el desastre. El dolor era pues extremo, así que una de las maestras no pudo más que acercarse a ese muro donde días antes, entre risas, los niños habían realizado esos dibujos.
Los miró con tristeza durante unos segundos, sabiendo que alguno de esos pequeños ya no volvería jamás, cuando de pronto, quedó impactada por alguno de los dibujos. En especial, con 9 de ellos.
- Todos tenían cruces en ellos, cruces que parecían discurrir entre un mar oscuro.
- Esos 9 dibujos, a diferencia del resto, mostraban solo colores negros y grises.
- Entre esos rudimientarios y elementales trazos, podían verse casas vueltas al revésque flotaban entre esa lengua oscura, junto a las cruces y varias personas que yacían tumbadas, sin vida.
- Alguno de los niños, había dibujado incluso coches de bomberos junto a esas casas destruidas y vueltas al revés.
- A día de hoy esos dibujos impactantes están expuestos en una colección del Museo de Historia de Ponce, en la Sala Memorial “barrio Mameyes”.

María de Lourdes, es una de las niñas que a día de hoy sigue con vida y que aún recuerda esos días fatídicos. Ella es una de las autoras de uno de esos dibujos y, todavía, cuando se le pregunta qué le llevó a plasmar esas imágenes, comenta que lo desconoce pero, que sin embargo, a medida que creció y fue consciente de ello, le ha marcado durante toda su vida.
En el desastre perdió a uno de sus amigos, otro niño que también dio muestras de esa profecía que se cumpliría 3 días después. María Lourdes comenta que no sabe qué les llevó a dibujar esas imágenes, ella apenas tenía 5 años, sin embargo, tiene claro que es muy posible que los niños, a esas edades, sean más receptivos a ciertas cosas. Un don que seguramente, se pierde con la madurez.
