LA HIJA DE KIM KARDASHIAN ES UN ALIEN ENVIADO A LA TIERRA PARA ESPIARNOS



Y estas son las conclusiones que está sacando...

No sabría explicar cómo es pasar de tener un cuerpo verde y viscoso a la carne bronceada de una Kardashian.
Solo os puedo decir que, cuando me dijeron que había sido elegido para llevar a cabo la primera operación encubierta de mi planeta en la Tierra, nunca imagine algo así.
Mis superiores me comunicaron que viajaría al planeta azul y que nacería, viviría y moriría como cualquier otro ser humano antes de poder volver. Apenas me había dado tiempo a digerir la noticia cuando me vi luchando por salir de la vagina de la diosa terrestre de la belleza y la fertilidad. En civilizaciones pasadas había sido conocida como Venus o Afrodita pero, en la actualidad, recibía el nombre de Kim Kardashian y era mi madre.
Desde que descubrimos que no estábamos solos en el universo, habíamos sido capaces de descifrar las leyes de la física terrestre, entender la biología animal, aprender las lenguas humanas... Sin embargo, después de tanto tiempo, el comportamiento humano nos seguía resultando demasiado emocional como para poder comprenderlo de forma racional a tantos años luz de distancia.
Así fue como dejé de ser un extraterrestre anónimo para convertirme en North West. Sí, nada más llenar por primera vez mis pulmones de oxígeno, ya empezó la vorágine de locura y desconcierto. Mis padres no me habían puesto un nombre sino un chiste. Desde ese día y, para siempre, Norte iba a ser mi nombre y Oeste mi apellido. ¿Por qué las personas que se suponía que más me querían en el mundo me habían llamado como un punto cardinal?
La misión no iba a ser nada fácil...
Papá y mamá
Pronto fui descubriendo que nuestras vidas también tenían el mismo poco sentido que mi nombre. Tal vez por ello la abuela Kris se había entretenido eligiendo nombres para sus hijas que empezaban todos por la misma letra. La letra "K" de "¡¿ke narices estamos haciendo todos aquí?!"
Solo era un bebé y mi vida ya parecía el guión de una telenovela. No solo era la hija de una diosa a la que 67,3 millones de personas acudían virtualmente para ofrecerle una ofrenda en forma de corazón, sino que mi padre era el nuevo mesías. Yeezus, un rapero al que muchos odian por haberse autoproclamado mesías obviando que el Jesús original también se sacó el título de la manga e iba por ahí diciendo cosas por las que la gente quería pegarle.
Aunque, la verdad es que lo que yo sospecho es que lo único que Kanye es, esun mamarracho que recibió poca atención de niño.
Encima, por si todo eso no fuera suficiente, nadie es capaz de determinar si me parezco más a él o a ella. Más que nada porque nadie sabe qué aspecto tiene realmente Kim. Ni siquiera yo, y eso que se pasa más tiempo desnuda que vestida.
Las rutinas de belleza de Kim son más complejas que cualquier problema de física cuántica. No solo se limita a cambiar de rasgos faciales mediante diferentes capas de maquillaje sino que se maquilla todo el cuerpo. Hasta los tobillos. Ha llegado un punto en que no sé si agradecer que seamos millonarios para poder pagar todos los productos cosméticos que gasta o si somos millonarios gracias a todos los productos que usa. Probablemente sea lo segundo.
El caso es que, tantos años trabajando en poder llevar a cabo esta costosa misión y, una vez aquí, cada vez entiendo menos la vida inteligente en la Tierra. Creedme, no es fácil pensar con los pesados abrigos de pelo y las cadenas de oro que me ponen encima.
Veamos, esto es lo que he conseguido observar hasta la fecha: Kim se ha convertido en el ideal de belleza femenina actual y, sin embargo, hace ejercicio con un corsé para conseguir una cintura que la naturaleza no puede darle y que, además, le deforma el cuerpo.
Lo único que soy capaz de decir a mis superiores es que, para ser humano, es necesario tener cuerpo pero, sin embargo, todo el mundo quiere tener el de alguien que tiene uno que no existe.
¿Es posible que la esencia del ser humano sea odiarse a sí mismo?
Las abuelas
El resto de la familia no está mucho mejor. Mi abuela Kris está casada con otra mujer pero no es lesbiana. Lo normal es tener dos abuelas pero yo tengo tres. Aunque, como una de ellas antes era un hombre, no tengo muy claro si tengo que referirme a Caitlyn como abuela o como abuelo.
Luego están mis tías que dicen ser modelos y empresarias. Aún no he podido cuantificar qué cantidad de proyectos suman entre todas porque la verdad es que, realmente, su única empresa son sus propias vidas.
No me andaré por las ramas, la familia Kardashian-Jenner es un puterío.
Primero está mi tía Kourtney, que tiene tres hijos con un tipo con voz de pito que se hace llamar “Lord” pero que últimamente anda tonteando con Justin Bieber, a quién le saca 15 años.
Luego está Khloe, que todo el mundo da por hecho que, en realidad, es hija de un jugador de fútbol americano llamado O.J. Simpson, que fue acusado de matar a su mujer (que era la mejor amiga de mi abuela) y a quién mi abuelo Robert libró de la cárcel en el que fue el primer juicio mediático de la historia.
Mi propia madre ya se ha casado tres veces y todo el mundo la vio fabricando bebés con un cantante de poca monta llamado Ray J que todavía sigue vacilando a mi padre. La ex de mi padre, por su parte, está obsesionada con nosotros y aprovecha cualquier oportunidad para ponernos a caldo por Internet. Aunque, de pronto, mi madre la invita a tomar el té y se hacen una sefie juntas.

Y luego está el tío Robert, que no pinta nada en la família y que se pasa el día bebiendo cerverza, fumando hierba y comiendo guarradas. No sé porque nadie le hace caso a Robert. Quizá es porque es un chico y es más difícil de rentabilizar su imagen. O quizá es por su nombre no empieza por "K". Quizá hubiese sido distintos si le hubieran llamado Karlos o algo así.
En fin, que nunca hubiese imaginado que las relaciones familiares humanas fueran tan complicadas. Pero si somos la familia más popular del planeta debe ser por algo, ¿no?
Aunque parezca que nadie lo quiere admitir, la vida es un puterío. Esta es la lección que me llevo.

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