¿Alguna vez te has detenido a preguntarte, qué queremos de esta vida? Seguramente la mayoría responderá algo que invariablemente se relacione con la felicidad. Es el fin último, lo que todos los ser humanos, salvo muy pocas excepciones, se mantienen buscando a lo largo de la vida.
La forma de percibir esta felicidad y de establecer un medio para concluir que “se es feliz”, varía de persona en persona, muchos optan por el dinero, otros por la familia, el desarrollo profesional, cumplir los sueños, etc. Pero, ¿cuál de estas formas de felicidad es la más auténtica?
Sí, es verdad, el dinero ayuda bastante cuando de felicidad se trata, es el medio que regula las jerarquías sociales y a su vez otorga acceso a una inmensidad de beneficios y servicios. Desafortunadamente, existen personas inmensamente ricas cuya necesidad de felicidad parece nunca terminar, y quizá se deba a que están buscando en el lugar equivocado.
A fin de cuentas, todos concuerdan en que la verdadera felicidad va más allá de lo material, más allá de lo terrenal y se encuentra principalmente en los sentimientos. La filantropía, por ejemplo, que se podría definir como el amor desinteresado por los demás, a últimas fechas pareciera una práctica que pertenece únicamente a los más acaudalados, pero nada más lejos de la realidad, aun con nuestras acciones más diminutas y con nuestros aportes más insignificantes podemos cambiar la vida de otras personas. Quizá el siguiente video no sea una respuesta para todos, pero bien podría ser un punto de partida para que muchos encuentren una respuesta por si solos.