
En 1973 se estrenaba una película que haría germinar el miedo en el alma de muchísimas personas. “El Exorcista” (“The Exorcist”) provocó reacciones brutales en las salas de cine como desmayos y vómitos e incluso hubo personas que quisieron abandonar la sala, pero se vieron incapaces por el miedo que les atenazaba. Un verdadero hito en el cine de terror que aún hoy, a pesar de las mejoras que ha experimentado el cine, sigue resultándonos perturbador.

El caso Roland Doe
El autor William Peter Blatty, escritor de la novela el “El Exorcista” (1971), libro en el que está basado la película, se inspiró a su vez en el caso de Roland Doe, del que oyó hablar en la Universidad de Georgetown, dirigida por Jesuitas. Vamos a descubrirlo.
Pongámonos en situación. Visualiza a un niño solitario e hijo único, Roland Doe, que está especialmente unido a una de sus tías: Harriet. La tía Harriet era espiritualista (creía en la doctrina del espiritualismo) y siempre animaba a Ronald a jugar con la Ouija. Hasta que ella murió, ésto resultó algo inofensivo, un dato curioso que distinguía un poco a Ronald de otros niños pero que parecía no tener consecuencias.
¿Eres tú, tía Harriet?
En Enero de 1949 la tía Harriet muere. ¿Qué ocurre entonces? La casa de los Doe empieza a convertirse en un hervidero de crujidos y susurros, algunos procedentes incluso del colchón de Roland. Todos pensaron que se trataba de una infestación de ratones. Sin embargo, éstos no son capaces de mover muebles ni objetos por el aire. Tampoco podrían seguir a Roland hasta el colegio haciendo que su pupitre se empotre contra los de los otros alumnos, hiriéndoles, ni provocan que un niño antes normal empiece a balbucearcosas sin sentido y a comportarse de forma violenta.

No, no soy la tía Harriet
Un sacerdote católico de la zona decidió visitarlos. Cuando entró a ver a Roland, este le gritó: ” ‘O sacerdos Christi tu scis me esse diabolum”. Lo cuál significa en latín “O Ministro de Cristo, sabes que soy el Diablo“.

El verdadero desenlace
Como ves, a Roland no le daba vueltas la cabeza ni se subía por las paredes de forma natural, sin embargo, los informes que la Iglesia mantuvo ocultos durante muchos años decían que en la piel de Roland solían aparecer mensajes escritos con sangre que decían “Infierno“, “Mal” y a veces algo tan absurdo como “Hola”.
Fue entonces cuando entró en acción el padre Bowdern. Roland sentía aversión por lo sagrado y ya hablaba con una voz gutural y escalofriante. Había que hacer algo, le estaban perdiendo. Lo trasladaron al Alexian Brothers Hospital y durante 4 semanas, cada noche, el padre Bowdern acompañado de otro sacerdote, el padre Halloran, exorcizaron a Roland sin descanso. El padre Halloran fue elegido para este cometido, ya que era un hombre muy atlético capaz de retener físicamente al chico poseído.

Una noche, de pronto, el chico profirió llorando: “¡Satán, soy San Miguel! ¡Te ordeno queabandones este cuerpo ahora!” Tras un espasmo el chico dijo: “¡Se ha marchado!”.
Roland nunca volvió a comportarse así, ni de ningún otro modo que pudiera levantar sospechas. Tampoco recordaba nada de lo ocurrido.
Algunos estudiosos aseguran que se trató de un caso pisquiátrico y no de una posesión, no obstante esta no es la opinión de los sacerdotes que lo exorcizaron, quienes estaban completamente seguros de que fue una posesión real.