Tras el descubrimiento, la comunidad científica se encuentra absorta ya que se trata de una especie animal jamás reconocida hasta el momento y cuya existencia abre las puertas a un serio replanteo sobre las múltiples posibilidades de encontrar vida evolucionada en ambientes extremadamente hostiles.
Las imágenes permiten observar a un ser de unos 6 o 7 centímetros de longitud, con una poderosa mandíbula, que abarca prácticamente todo lo que parece ser la cabeza, y cuatro especies de colmillos afilados.
El hallazgo se suma a una extensa lista de animales no reconocidos aún por la ciencia y cuyas apariciones ante la vista del hombre han proliferado en esta última década más que en cualquier otra. La llamada Criptozoología.
Se espera que tras la difusión de la noticia, biólogos colaboradores a lo largo y ancho del mundo logren echar algo de claridad sobre qué animal puede ser el hallado en la Antártida y con qué otras especies marinas podría estar relacionado.