Los secretos del Área 51, ¿finalmente al descubierto?

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De la gran cantidad de historias sobre ovnis y avistamientos alienígenas que han alimentado durante el siglo XX las teorías de la conspiración, no hay otra con tanta difusión en la cultura popular como la del Área 51 y el llamado incidente Roswell, que cuenta cómo el 7 de julio de 1947 una presunta nave extraterrestre se estrelló en mitad del desierto, cerca de esa pequeña localidad de Nuevo México, en Estados Unidos. Sin embargo, cada vez más datos desmontan la versión ufológica del asunto y da más razones a aquellos que señalan que, efectivamente, el Área 51 existió y en él se realizaron diferentes experimentos secretos, pero que estos no tenían nada que ver con habitantes de otros planetas, sino con la prueba de nuevas aeronaves por parte del ejército estadounidense.

El último grano de arena de esta montaña lo ha aportado un informe de los Archivos de Seguridad Nacional que acaba de ser desclasificado por la CIA y que la Universidad George Washington ha puesto a disposición de manera libre, en el que se explica, entre muchas otras cosas las pruebas que se realizaron con el avión U-2 en la llamada área 51, en el lago Groom, como también es conocida. Se trata de un documento llamado La Agencia de Inteligencia Nacional y el reconocimiento desde las alturas: los Programas U-2 y Oxcart, escrito por Gregory W. Pedlow y Donald E. Welzbenach que, en sus más de 400 páginas, puede arrojar una nueva luz a las prácticas realizadas en dicho complejo de Nevada que, efectivamente, eran y son top secret. Pero no por las razones que muchos pensaban.

Sobre ovnis y efectos ópticos

El informe indica en su página 85 que “las alturas a las que se probaban los U-2 provocaron un efecto colateral inesperado, un tremendo aumento de los avistamientos de objetos voladores no identificados (ovnis)”. Como explica dicho informe, el ciudadano estaba acostumbrado a ver vueltos comerciales que alcanzaban una altura de entre 10.000 y 20.000 pies, mientras que los U-2 lo hacían tres veces más alto, a los 60.000. También se afirma cuál es el momento en el que se producen el mayor número de estos avistamientos: a la hora del anochecer, y sobre todo, por parte de pilotos de aerolíneas que viajaban del este al oeste. La confusión se producía, explica el informe, por el efecto que la luz reflejada en dichos aviones producía, y que provocaba que dichas naves pareciesen “objetos ardientes”.
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